Todo era completamente
diferente cuando no existía el teléfono móvil. Si la llamada llegaba en el momento convenido, todo estaba bien, pero si
no llegaba, se abría todo un mundo de interrogantes que lo mantenían a uno en
vilo por los tiempos de los tiempos. Cuando uno era joven y vivía con sus
padres, además de todos los problemas que la dichosa llamada de teléfono
conllevaba de por sí, uno se encontraba con que también tenía que tener en
cuenta el impacto que esa llamada podía tener en los miembros de su familia,
pues si la llamada provenía de alguien que a uno le gustaba mucho y no se
quería decir nada sobre ello todavía por miedo a que luego eso, lo que fuera,
no llegara a nada, había que ocuparse de que la llamada se
produjera cuando no había nadie en la casa, cosa que era tarea más imposible
que difícil.
Otra cuestión era cuando la llamada debía producirse en un periodo en el que la
persona que debía recibirla iba a estar fuera de la ciudad habitual, pues
recibir la dichosa llamada en el pueblo, por ejemplo, era un gran problema, ya
que las comunicaciones en algunos sitios
eran peor que en otros, y a veces incluso se tenía que recurrir al típico
teléfono de bar de pueblo que iba con monedas y que cuando no estaba estropeado
estaba rodeado de gente dispuesta a cotillear la conversación del que lo
utilizaba.
Eran un compendio de miedos,
dudas, inseguridades y ataques al corazón. Hay gente que hoy en día niega las
virtudes de la telefonía móvil, pero no hay dudas de que ha mejorado bastante
nuestras vidas.
A finales de los años noventa
la realidad era muy distinta. La información se almacenaba físicamente en
carpetas y archivadores, la gente aún escribía cartas o enviaba postales,
buscaba direcciones en las Páginas Amarillas y planeaba las vacaciones en
agencias de viajes.
Podemos recordar aún como la
carta escrita era el principal elemento de comunicación entre las familias. El
teléfono era una solución para las urgencias. Además había que solicitar a una
operadora una conferencia que podía demorarse algún tiempo. Las distancias eran
aún una barrera para las comunicaciones entre las personas. También podemos
recordar aquellos primeros ordenadores con pantallas de fósforo verde, o sin disco
duro mientras teníamos que trabajar en discos de tres pulgadas con 256 kb. de capacidad. O aquellas
impresoras de aguja que bailaban literalmente sobre la mesa mientras imprimían
documentos.
Antes de Internet las
personas hablaban con sus amigos por el teléfono fijo de sus casas y hasta se
escribían cartas. Las redes sociales y servicios de mensajería instantánea no
habían intervenido en las relaciones humanas. En el mundo sin Internet los
correos y las empresas de mensajería eran un lugar común. La gente enviaba
cartas que se recibían entre 5 y 30 días. Si había prisa podía mandarse un
telegrama porque una llamada al exterior resultaba muy cara, un tema que Skype
solucionó fácilmente.
Por otra parte, es común
escuchar hoy en día que muchas relaciones sentimentales se terminan por culpa
de la exposición en redes sociales. Muy distinta es la vida con llamadas al
celular o la mensajería instantánea que prometen una comunicación rápida. Si no
se obtiene una respuesta oportuna se podría crear un problema, cuando antes
solo existía la posibilidad de llamar a un teléfono fijo y dejar un mensaje en
la contestadora.
Desde aquella situación
quienes tenemos ya una cierta perspectiva histórica podemos visualizar un recorrido de la
tecnología realmente importante. Internet, las telecomunicaciones, la
tecnología o los contenidos digitales han transformado el modo en que nos
relacionamos y concebimos nuestra situación en el mundo.
El enorme espacio que abrió
la red ante las personas la ha convertido en una necesidad: existen
aproximadamente 2.400 millones de usuarios en todo el planeta. Nuevas
generaciones sacrificarían la televisión, la radio, los periódicos y el celular
por tener acceso a Internet. Un estudio de Kaspersky Lab de 2013 resaltó que
con el ingreso de Internet se acortaron las distancias por el uso de las redes
sociales y correos electrónicos, se facilitó la educación a los hijos, entre
otros beneficios.
Este es un recuento de cómo
era la vida sin Internet
Conocimiento
No significa que las
bibliotecas sean obsoletas, pero las personas han decidió acudir a Google para
buscar gran parte de la información, antes que trasladarse un lugar físico. En
el pasado la información para hacer tareas, investigaciones o trabajos se
obtenía de inmensas enciclopedias o diccionarios. Las hemerotecas, donde se
almacenaban revistas, eran un lugar obligado para consultar.
Educación
Hace unos años era común que
a los niños se les enseñara la importancia de no hablar con extraños.
Actualmente el control en el ciberespacio de los menores de edad se ha
convertido en un tema urgente. A diario existen 160.000 intentos de acceso a
páginas de contenido pornográfico por parte de estos. Es un nuevo reto para los
padres.
Socialización
Mientras se esperaba en un
consultorio médico o en la parada de un bus, dos personas desconocidas podían
entablar una conversación. Con la llegada del Internet móvil y servicios de
mensajería instantánea, como WhatsApp, muchos están absortos mirando la
pantalla de sus teléfonos celulares o tablets y no se atreven a hablar entre
sí.
Entretenimiento
Actualmente existe una gran
variedad de juegos on-line, se puede descargar música y videos gratis, así como
observar videos musicales o películas a través de Youtube. Muchos prefieren
quedarse en la casa que salir a cine, a comer o a bailar. Antes los éxitos
musicales se medían por la cantidad de discos vendidos, ahora es por las
descargas. En los 80 era común alquilar películas en videotiendas, un plan que
la piratería y servicios como Netflix acabaron. La música no se archivaba en
dispositivos móviles, que no existían, sino que se grababa en casetes, desde
emisoras o acetatos.
Hábitos
Tener agendas telefónicas
Los contactos de las personas
se guardaban en libretas. Era una costumbre que podría evitar el riesgo de
perder todos sus números telefónicos cuando le roban o pierde el celular. Es
común que las personas no se sepan los números de teléfono de sus familiares
cercanos, debido a la costumbre de tenerlos anotados en su teléfono móvil.
Preguntar en caso de perderse
Google Maps ha revolucionado
la orientación de las personas. Para muchos es preferible mirar en su móvil el
lugar al que deben dirigirse, que preguntarle a alguien en la calle.
Llamar desde cabinas
telefónicas
Hace unos años era usual
llamar desde la calle, si contaba con un par de monedas, y no enviar mensajes
por mensajería instantánea. Ahora se pueden acercar a un café Internet si no
tienen celular y conectarse para no sentirse “aislado”.
Jugar
Los niños o jóvenes en los
parques pueden preferir otras actividades en línea como juegos o simplemente
estar conectados en redes sociales, en lugar de verse. La inclusión de Internet
en las últimas consolas de videojuegos (como el PS4 y el Xbox) permite que
muchos usuarios se encuentren en línea. Prefieren jugar a distancia que
encontrarse a hacer un torneo entre amigos, como podía ocurrir tan solo unos años
atrás.
Preguntarle a la abuela
Los buscadores de Internet se
convirtieron en la mano derecha de todo aquel que tiene una duda en su vida
cotidiana. El “doctor Google” es frecuentado por muchos para conocer los
síntomas de una enfermedad o los efectos secundarios de un medicamento. Antes
se consultaba al médico de cabecera, el farmacéuta de la esquina o se le pedía
consejo a la abuelita: era un método confiable para determinar una enfermedad y
un remedio.
Prueba de esto es que
recientemente investigadores rastrearon las búsquedas de seis millones de
usuarios de Internet sobre dos populares medicamentos (el antidepresivo Paxil y
Pravachol, utilizado para reducir el colesterol). Descubrieron que el 10% de
esos usuarios también hicieron búsquedas sobre “hiperglucemia” o altos niveles
de azúcar. La FDA, el departamento que autoriza los medicamentos en EEUU,
comprobó un efecto secundario, desconocido por los laboratorios hasta ese
momento, gracias a los comentarios de los usuarios en la red.
Google ha aclarado que la
información obtenida con este buscador no actúa como un consejero médico, sino
que es una guía que agiliza su búsqueda. Google Flu Trends, por ejemplo,
proporciona estimaciones públicas para realizar actividades contra la gripa.
Algunas de las enfermedades más buscadas en Internet son: cáncer, diabetes,
sida, asma, alzheimer, parkinson y anemia.
El peligro del conocimiento
médico en Google es que se puede crear autosugestión o una visión fatalista con
cada uno de los síntomas, lo que incrementa la automedicación.
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